sábado, 9 de junio de 2012

UN LUGAR.

Un lugar

Llévame a un lugar donde haya serpentinas colgando de las nubes,
donde la paz, de tanto irse regrese y se repita;
una habitación, un mundo, universo de  planetas clonados;
quiero pisar una tierra deslavada y transparente,
que mis pies se deslicen sobre el filo de las hojas de plata.

Parece que ya no hay espacio para las aves que escupen arcoíris
y resbalan por los pentagramas
 creados en las líneas de mi frente;
es como si los dardos cargados de fuego
no lastimaran las palabras suicidas
 y poderosas de mi vida pasada.

Los hombres sólo juegan a pender sus cabellos del aire
y subir poco a poco hasta encontrar un sitio carente de obediencia;
juegan con sonrisas ajenas y su crueldad es perdonable
porque desconocen que nacieron con un no entre los labios;
son cuervos color carne masticada
columpiándose para alcanzar un papel comestible.

La cola del papalote toma mi mano y desprende recuerdos,
recuerdos,
recuerdos.

Quiero que mi piel sirva de abono lunar
a una tierra que cargue tus piernas.

Llévame a un lugar donde haya un circo en blanco y negro,
donde un tigre gris se rinda ante el hedor nauseabundo
de la esperanza de gente inmóvil.
Que sea un circo estereotipado pero nuevo.



Las espinas en las voces obligan al respiro de gargantas dulces,
escurre miel rojiza que desmorona mi tierra como un mazapán.
Mis raíces afuera y hacia arriba crean una hoguera que no se desgasta,
     es etérea.

Necesito ir allá,
donde el mareo no es incertidumbre
sino raciocinio controlado,
dosificado
y trasplantando
a otro cerebro más grande.

Los habitantes no dirán la verdad porque no existe
extenderán el idioma de lo adverso.

Hasta que haya una fuente de luz
sabremos de donde viene la magia que guardan
tus verdaderas pupilas tras las falsas.

Aquel lugar viene portando un traje de invierno,
parecido al que usa un artrópodo
para cambiar de vida y combatir reencarnaciones innecesarias.

Llévame a cualquier lugar con corteza de plumas azules,
de susurros cantados y aleteos dentro de mis oídos.

Necesito viajar en globos de azúcar
o                    
en el barco de fresas y moras donde volamos juntos
y tomamos prestadas a las lunas para mandarnos besos disfrazados;
porque esta tierra es una fábula mal contada,
esta tierra se apaga de noche y ya no gira.

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