viernes, 9 de abril de 2010

Hambre...


Hambre
Podríamos ser las mandíbulas de esos perros hambrientos,
ladrando a la música de los casquillos cayendo en el piso
a la misma velocidad que las lagrimas del niño cara-sucia,
cada lagrima buscando camino entre la mugre,
agrietando solo un poco más su rostro,
ya menos inocente que inocente.

Podríamos ser los centavos cayendo rítmicamente
en esa mano arrugada,
y cada arruga sea el sincretismo de nuestros nombres,
podríamos ser los nudillos del puño cerrado de dios,
del dios que golpea la tierra cual puerta semi-abierta
esperando la respuesta de retorcidas criaturas,
para quienes la misericordia se arrojó hace varias vidas.

Podríamos festejar la libertad que aún no existe
fingiendo que mi voluntad depende de mis ojos
y mi hambre de mi lucha
y el festejo de mi triunfo.


thl